Avril et le Monde Truqué (2015) de Christian Desmare y Frank Ekinci




La animación francesa tiene una larga y fundamental tradición que la coloca entre las más destacadas de Europa. Es aparente la pasión de los animadores franceses por una estética más nostálgica y retrospectiva que la de sus pares occidentales. Esa cualidad especial que podemos encontrar en películas fundamentales como  Le Planete Sauvage, o algunas más modernas como L´Illusionniste y Les Triplettes de Belleville, también podremos hallarla en Avril et le Monde Truqué. Una hermosa carta de amor a Julio Verne, H.G. Wells y las aventuras de Tintin de parte de Christian Desmares y Frank Ekinci.




Esta producción triple (francesa, belga y Canadiense) no tiene miedo de mostrar sus influencias. Su recurso más aparente es el de la “línea clara”, un estilo visual nacido entre las historietas Belgas de principio del siglo pasado. El máximo exponente de esta estética fue Hergé, autor de Las Aventuras de Tintín, tal vez la tira cómica europea más influyente de la historia. Se caracteriza por líneas fuertes que delimitan la forma humana, un uso extensivo de los colores pasteles y un amor incontenible por las historias de aventura pulp con características directamente tomada de los viejos relatos de Julio Verne. La “línea clara” resulta ser el estilo narrativo ideal para una historia como la de Avril.



Podemos clasificar esta película como una ucronía, una reconstrucción lógica de eventos que en realidad jamás pasaron. Piensen en Inglorious Basterds de Tarantino o El Hombre en el Castillo de Philip K. Dick. En este universo, el régimen napoleónico jamás cayo, la dinastía del hombre pequeño se perpetuo y Francia es el imperio más poderoso de Europa. El iluminismo, la fe ciega en la ciencia y el progreso, triunfa en el mundo. Científicos de todo el globo desaparecen misteriosamente desde  hace más de medio siglo por lo que la segunda revolución industrial jamás sucedió, es 1941 y el mundo está atrapado en la era del vapor. Avril es una huérfana apasionada por la ciencia y junto a su gato parlanchín Darwin, recorre las calles soñando con algún día recrear un suero mítico que perpetua la vida.  Misteriosas fuerzas se cruzaran en su camino a cambiar el mundo, desde policías maniáticos, científicos locos a vagabundos enamoradizos.



El atractivo visual es uno de los puntos altos de la película. La estética que se maneja acentúa la inventiva de los realizadores a la hora de crear este mundo ucronico, distopico y retrofuturista (si, todo eso, al mismo tiempo.) Podemos encontrar dos torres Eiffel  casi como un eco de los soles gemelos de Tatooine, trenes aerostáticos, casas anfibias y demás artilugios salidos del sueño mojado de cualquier fan del steam punk, básicamente todo lo contrario a Wild Wild West. La falta de naturaleza y verde buscan hacer énfasis en lo decadente de este universo, un árbol es en este mundo un mero monolito, un recuerdo de un tiempo pasado.




Otro punto fuerte son los personajes. Si bien algunos son típicos del mundo del comic, como el científico loco o el policía implacablemente inútil, algunos despegan del papel y son realmente geniales. Avril es una gran heroína, imperfecta, insegura, pero determinada en sus objetivos. Marion Cotillard fue una buena elección para darle voz, aunque hay actrices que podrían haber dado una performance mas “variada” como Julie Delpy. Mi personaje favorito es por mucho el gato Darwin, pocas veces vi un animal animado tan carismático, interesante y adorable como este felino. Las ocurrencias de este gato son tremendas, sus aportes a la trama no son enormes pero si fundamentales para que no nos pesen las casi dos horas de película. Me quedo con un momento en especial, cuando nuestro amigo pulgoso afirma que es un gato invencible, un “Chatmourai”. Chat es gato en francés, chatmourai es tanto una referencia a los samuráis japoneses como a la mítica película de Alain Delon, Le Samourai.





Avril et le Monde Truqué les recordara de a momentos a la tecnología inusual de Atlantis y (sobre todo)  a la serie animada de Tintín que se emitió en los 90s. Más allá de las referencias y  la aparente nostalgia, es un éxito por sí sola. Una gran cinta de animación  para todo tipo de público, pero que tal vez un niño no podrá disfrutar del todo. Uno sabe que una película fue buena cuando al rodar los créditos, uno siente la necesidad de saber que fue de la vida de estas personas, de imaginar los momentos que no vimos, los pequeños detalles que conectan esas fotos al final. Vale la pena invertir un par de horas en este mundo a vapor. 



TRAILERAZO!

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