The Neon Demon (2016) de Nicolas Winding Refn



Decir que el aspecto visual de The Neon Demon es atrapante, no le hace justicia al increíble trabajo estético de Nicolas Winding Refn. Por supuesto que varios de sus trucos nos son familiares, el director danés viene puliendo su particular propuesta desde la genial Pusher (1996) incluso si el enfoque de sus primeras pelis es mucho más visceral y menos vistoso. En The Neon Demon sus vicios y virtudes explotan al máximo en una fiesta que toma prestado elementos de numerosas cintas de los 70s y 80s. Desde Argento a Kubrick, Nicolas no tiene miedo de mostrar sus influencias y es esa mezcla de composiciones fuertes lo que hizo tan interesante su trabajo. Es una lástima que progresivamente sus películas se alineen más con el mero encandilamiento estético que con una propuesta genuina. La verdad es que quiero enamorarme más de esta peli, pero el amor unilateral seria al pedo, el demonio de neón no tiene nada para ofrecerme mas allá de un poco se sensualidad y glamour.


Esta es la historia de Jesse, una joven que busca abrirse camino en el mundo de la moda de Los Ángeles. Pronto comienza a generar olas y captar la atención de gente importante, lo que decanta en un contrato inédito que causara envidia y odio entre sus pares. Encontrara primero en Dean y después en Ruby, una maquilladora, el amparo que necesita para sobrellevar el costo de su reciente éxito. La envidia, la sexualidad y el poder de la belleza teñirán de rojo este horror de pasarela.


Hablemos primero de lo que me gusto: Elle Fanning (Jesse)  y Jena Malone (Ruby) tienen dos roles interesantísimos. Su relación es de lo más copado de toda la película, pero creo que en cierta forma hay una chance perdida. El final de su “simbiosis” se sintió totalmente anti climático y, aunque shockeante, la asimilación fue manejada de una forma poco original. ¿Ven? Quiero hablar puramente de lo positivo pero no puedo evitar describir algunos problemas, ese es el espíritu general de The Neon Demon. Ideas aisladas, momentos, expectativas, todas culminando en resoluciones poco satisfactorias.


El aspecto visual me cautivo. Refn tiene un ojo muy especial para aterrorizar sin usar herramientas propias del terror. En una entrevista reciente comento que no percibe la totalidad de los colores y solo puede distinguirlos por contraste, lo que da una explicación al uso tan frontal y fuerte de los mismos. Hay algo reminiscente a Suspiria (1977) en la elección  de luces, pero tamizado por un filtro esquizofrénico y electrónico. El aura de ensueño cubre todo y nunca estamos bien seguros de que es real y que es fantasía en el camino descendente de Jesse.


El uso y abuso de beats electrónicos retro es de a momentos efectivo y de a momentos molesto.  La influencia  de 2001: A Space Odissey en el aspecto sonoro fue un camino valiente, pero Refn no supo utilizar este elemente con la misma sutileza y economía que Kubrick. Ahí encontramos uno de los obstáculos de The Neon Demon, el no poder justificar narrativamente el despliegue visual y sonoro. No es que yo crea necesaria justificación alguna, después de todo estamos hablando de arte. El problema es que el mismo Nicolas pelea para justificarse mediante un análisis convulsionado sobre la femineidad, la juventud y la belleza que resulta tan profundo como el cristal de un espejo.


Hay un bombardeo de símbolos que buscan explayar los temas centrales de The Neon Demon. La juventud como belleza y la sangre como camino hacia la juventud perpetua, recordando así a la mítica Elizabeth Bathory. La sexualidad y ese triangulo de neón que parece tener un poder magnético sobre las personas al igual que Jesse sobre hombres  y mujeres. Queda flotando en el aire esa pregunta en el tocador “¿Eres comida o eres sexo?”. La falta de desarrollo de estos símbolos hace que el análisis no pase de lo superficial, de lo que se encuentra a flor de piel. Es una lástima que Refn no pueda emular la interesante lectura sobre la masculinidad que llevo a cabo en Drive, probablemente su mejor película.



En resumen, The Neon Demon es un experimento fallido que cumple en lo estético pero nos deja confusos y fríos respecto a sus personajes. Mis expectativas eran altas teniendo en cuenta el laburo previo del danés. Espero que con el tiempo pueda hermanar su capacidad de contar buenas historias con esa mirada tan especial a la hora de filmar. Y otra cosa, Keanu Reeves deja de romper las bolas y hace la tercera parte de Bill & Ted. 

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