B.A.R.S 18: "Meatball Machine Kodoku" (2017) de Yoshihiro Nishimura


“Meatball Machine Kodoku” es la continuación de “Meatball Machine”, una cinta que se hizo lugar entre los cultores del gore extremo y el sci fi con toques industriales allá por 2005. En esta oportunidad el encargado de la dirección fue Yoshihiro Nishimura, un demente de los efectos especiales que ganó reconocimiento al dirigir el clásico cutre “Tokyo Gore Police” (2008) y “Helldriver” (2010). El tipo cuenta con una amplia filmografía que abarca casi todos los oficios dentro de la producción cinematográfica. Desde iluminador a encargado de maquillaje, Yoshihiro es un todo terreno.

Esta secuela eleva a la enésima potencia las locuras que hicieron de “Meatball Machine” una oda al talento nipón de hacer divertido lo grotesco. Nishimura comprime en poco más de 100 minutos todos los elementos constitutivos de su cine: tripas, prótesis, mutaciones, sexo y un afán constante por destruir cualquier barrera estética y narrativa a fuerza de baldazos de sangre.


“Kodoku…” va de menor a mayor. Primero nos introduce en la patética vida de Yuji, un cobrador de deudas moribundo que falla en todos los aspectos posibles. Sin mucha explicación, aterriza en la ciudad un domo alienígena gigantesco y es en ese momento donde verdaderamente comienza la película. Parásitos espaciales toman control de los humanos y los transforman en cyborgs mutantes de carne que solo piensan en una cosa: matarse entre si. Yuji tomara parte en esta lucha interplanetaria para salvar al amor de su vida así como al resto de la ciudad de una carnicería apocalíptica.

El amor de Yoshihiro por los efectos visuales se hace aparente en el gran y bullicioso tercer acto. Abundan las extremidades y la carne deforme, cada personaje tiene un diseño único que denota un laburo intenso a la hora de dar vida a esos seres. Nada como litros de látex y prótesis, nada como la inconfundible materialidad de los efectos prácticos. Incluso con sus sutiles (y no tanto) retoques digitales, “Kodoku…” captura esa magia de la cual están hechas las grandes películas clase B.


Nishimura confeccionó un verdadero atentado visual. Las peleas son intensas, las secuencias de acción golpean con violencia, el gore es adictivo y los cuerpos que se deforman atraen hasta al más pacato. La influencia del clásico “Tetsuo: The Iron Man” es crucial, principalmente esa cruza única entre sci fi industrial y erotismo a la que diese vida Shinya Tsukamoto en 1989. “Meatball Machine Kodoku” es un canto al cine más extremo, descontracturado y visceral, ese al que le importan poco las convenciones estéticas y elige en cambio la sinceridad de un buen montón de tripas humeantes.


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