En 2014 Alex Garland, guionista devenido en director, estuvo
en boca de todos por su opera prima “Ex Machina”, una maravillosa
historia sci fi que ahonda en uno de los tópicos preferidos de la ciencia ficción:
el significado de la humanidad y que implica ser un humano. Cuatro años pasaron
y el realizador ingles tiene la oportunidad de lanzar su nueva obra mediante el
servicio de Netflix, con un casting increíble que incluye a Natalie Portman,
Jennifer Jason Leigh, Oscar Isaac y Thesa Thompson (de “Thor Ragnarok” y “Creed”).
Lena (Portman) es una bióloga y ex militar que se desempeña
como docente. Luego de un año sin noticias de su marido Kane (Isaac), el reaparece
de manera misteriosa en la casa familiar. Rápidamente son interceptados por el ejército
y la unidad comandada por la Dr. Ventress (Jason Leigh) quienes en principio se
rehúsan a dar detalles de la situación. Un objeto cayó en las inmediaciones de
un faro y comenzó a emanar un extraño campo luminoso que va creciendo
lentamente, cambiando la esencia genética todo lo que queda dentro de su radio.
El avance es lento pero imparable, múltiples expediciones se adentraron al Area
X (nombre dado por el ejército a la zona) pero nadie regreso, nadie salvo Kane,
quien se encuentra en coma luego de una repentina descompensación. Lena se unirá
al equipo de expedición comandado por Ventress con el objetivo de llegar al
faro y comprender la naturaleza del resplandor.
El tiempo y su efecto en los personajes es un aspecto
fundamental de “Annihilation”. Temprano en la película nos indican que dentro
del Area X el tiempo transcurre de otra manera, lo que parecen días son en
realidad meses, la percepción se altera y los recuerdos son como el montaje de
una película llena de elipsis. A medida que el equipo se aproxima al faro los
cuerpos de sus integrantes van cambiando tanto en apariencia como en esencia.
Al director Alex Garland le interesa el efecto mutacional - sea para degradar o para superar - que
tiene el tiempo en las personas, como el recorrido afecta nuestra aparente
naturaleza, como modifica las relaciones y cómo podemos incluso desconocernos a
nosotros mismos. Al igual que en la expedición, el único camino posible es
hacia adelante, hacia el faro, el avance temporal es ineludible y solo podemos
dejarnos llevar.
Las relaciones también juegan un rol importante. El
matrimonio de Lena y Kane nos es mostrado en forma de flashbacks, primero
cálidos y llenos de amor, luego distantes y plagados de grietas. Lo que en un
momento es un recuerdo cariñoso durante el “exilio” de Kane, a su llegada se
amplia para mostrarnos la imagen completa: la distancia entre ellos se venía
gestando desde mucho antes de su partida. Tal vez sea un poco atrevido afirmar
que las relaciones y su degradación en el tiempo son un punto central de la
película, pero allí radica una de las fortalezas de “Annihilation”. No ahonda
explícitamente en ninguno de estos temas pero deja el suficiente espacio para
que el espectador los desarrolle. Tiene un ritmo narrativo bastante complicado
de seguir que, salvando las distancias, recuerda al estilo sci fi poético de
Tarkovsky. No es amigable con el espectador y en ocasiones puede tornarse
lenta.
El cine del ruso es una influencia notoria en
“Annihilation”, lo cual la diferencia de varias de las últimas y muy buenas
cintas de ciencia ficción estadounidenses como “Blade Runner 2049” o “Arrival”.
Esto puede resultar problemático, tanto desde la narración como desde el
lenguaje visual, “Annihilation” busca incomodar y lo logra con creces. Tal vez el clímax no haga justicia al
recorrido de sus personajes, pero ese es un problema muy común en todas las
obras basadas en viajes. Nunca el destino y sus respuestas son tan interesantes como prometen la
travesía y sus preguntas. Alex Garland nuevamente sorprende con un
proyecto diferente donde el peligro no viene desde la tecnología y el espacio
profundo, sino desde el tiempo. Como reza el final de cierta película de Gaspar
Noe, “el tiempo lo destruye todo”.
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