B.A.R.S 19: Un resumen sangriento


Se apagan las luces. Suena una sinfonía de latas de cerveza abriéndose. Lo que sigue bien puede ser una fabula vasca acerca del diablo, un musical sobrenatural Tailandés, la aventura de una niñera ladrona contra tres brujas, magia negra en la selva brasileña o un giallo filmado en Argentina pero situado en Turín. El camino a recorrer en el Buenos Aires Rojo Sangre muta de acuerdo a los gustos, pasiones e intereses de lxs espectadores y busca reflejar de la manera más fiel posible el panorama del cine marginal. Ese que “no vas a ver en ningún otro lugar” como reza el afiche promocional.

Paso la edición número 19 del festival de horror más relevante de Argentina, y como siempre, nos dejo muchas historias sangrientas de todas partes del mundo. Esta lista no tiene orden, es un montaje caótico sin puntajes ni rankings, es apenas una guía para agrupar las películas más interesantes que vimos a lo largo de once días de cinefilia demente y que recomendamos con furia. Apaguen la luz, abran una lata e imaginen el sonido del fílmico corriendo a velocidades de fantasía por los carreteles un proyector


Framed (2017, Marc Martinez Jordan) fue una de las primeras y más gratas sorpresas de la semana. Se trata de una cruza española entre las películas de home invasion y el horror 2.0 que utiliza elementos de redes sociales e Internet como parte de la trama, piensen en Unfriended (2014, Levan Gabriadze), por citar un ejemplo menos agraciado y mal ejecutado.  Hay muchas películas que buscan explotar la tecnología, la alienación y el culto a la violencia en la sociedad moderna, pero pocas tienen la frescura y el encanto de Framed. Verla sin mayores referencias que la pequeña sinopsis en la programación publicada en la pagina del BARS resulto algo positivo.La obra de Jordan se desenvuelve como un capitulo exploitation de Black Mirror donde abunda el gore y con un villano a medio camino entre Alex DeLarge y el Rubius. Los efectos prácticos están bien cuidados y le dan ese tono cutre y salvaje que tanto bien le hace a nuestro corazón. Hay que verla. 



La adición de Errementari (2018, Paul Urkijo Alijo) sumo al componente fantástico del festival. La película vasca cuenta en tono de fabula la historia de un tenebroso herrero, un demonio enjaulado y una niña sin padres que busca recuperar una muñeca. El universo de Alijo toma mucho del folklore local pero también del cine de Guillermo del Toro. Los personajes, la fotografía, la línea fina entre fantasía y realidad, la perspectiva infantil que lleva adelante la historia, todos elementos que remiten a clásicos del mexicano. Errementari es hermosa y turbia como un cuento de los hermanos Grimm y acompaña ese encanto con un despliegue visual verdaderamente hermoso. 


En la misma tónica esta Vuelven (2017, Issa Lopez) la película mexicana que se alzo con el premio al mejor largometraje internacional y a mejor guion. Muy dramática y oscura, un amigo de la casa la definió con precisión quirúrgica: un hibrido entre Ciudad de Dios (2003, Meirelles y Lund) y El Laberinto del Fauno (2007, Guillermo del Toro). Se trata de un grupo de ninxs que sobreviven al horror de la violencia de pandillas y el narcotraficante mediante la fantasía y los fantasmas del pasado. Es durísima, pero el premio es totalmente merecido. La obra de Issa Lopez es difícil de olvidar, tanto por los tremendos golpes emocionales como por la hermosa cinematografía. 


Pero no todo puede ser solemnidad y lagrimas, a veces solo se necesita un poco de brujería y luces de colores para hacer una gran película. The Night Sitter (2018, Bruhn y Rocco) es el ejemplo perfecto de esta combinación con el corazón puesto en Dario Argento, principalmente en su clásico Suspiria. Bruhn y Rocco iluminaron su obra con colores pesadillezcos, rojos, verdes y azules que parecen atravesar a nuestro mundo desde el mas allá. Pero las similitudes con Suspiria no solo radican en el uso expresivo del color, sino también en la presencia de las Tres Madres.


En The Night Sitter una niñera ladrona y un niño miedoso deben enfrentarse a tres entidades maléficas que son traídas a la vida mediante un libro antiquísimo, las Tres Madres buscan alimentarse de criaturas jóvenes para completar un ritual ancestral y toman la casa del niño como aquelarre. Hay pinceladas de gore muy bien colocadas, buenas ideas en cuanto a lo visual y la construcción del foklore interno de las brujas, pero por sobre todo un encanto ochentero que muchas veces se intenta replicar pero pocas veces se consigue. Con el público correcto, The Night Sitter es una bomba destinada a ser revisitada. 



El cine argentino fue uno de los grandes protagonistas del festival con estrenos como Soy Toxico de Pablo Pares. Definitivamente una de las películas que más esperábamos, y no decepciono. Funciona a la perfección la cruza entre futuros apocalípticos en el espíritu de Mad Max y zombies (llamados “secos” dentro del universo toxico) que recuerdan a los comedores de cerebros de Lucio Fulci tanto en look como en comportamiento.  El tremendo diseño de vestuario fue premiado con una mención especial, estuvo a cargo de Toy Boys, la gente detrás de Mirada de Cristal (2017, Endelman y Montejano) nuestra favorita del BARS pasado.


Soy Toxico es supervivencia pura pero también tiene fuertes cuotas de drama, se centra en la historia de un puñado de personajes y en particular en el pasado de Perro, quien se despierta sin memoria en medio del desierto.  El beneficio de construir una película enfocada en pocxs personajes es poder mantener un equilibrio entre la debacle apocalíptica que acontece y los conflictos que nacen entre estas personas. Con buenas actuaciones y un guion solido, Soy Toxico es un gran ejemplo de ciencia ficción con recursos limitados. 


Otra obra argentina destacable fue Abrakadabra de los hermanos Onetti, realizadores usuales del BARS. Este giallo forma parte de lo que ellos mismos describieron como una trilogía que busca revivir el encanto de esos films italianos de los 70s, altamente estilizados y violentos. Se trata del trabajo más completo y mejor logrado de los Onetti, la historia de un mago atormentado por crímenes en su círculo intimo y la misteriosa muerte de su padre al realizar un truco, recuerda a clásicos como Tenebre (1982, Dario Argento). 

Pero el tributo estético va mas allá, la fotografía – premiada como la más destacada del festival - y los colores buscan transportar la película a la era dorada de los giallos, los planos y el uso del zoom sobre las miradas son muestra del conocimiento que tienen los Onetti sobre el género, incluso el doblaje en italiano le da un toque especial, como si se tratase de una gema perdida restaurada. Si sos fanaticx del giallo te recomendamos que busques esta película.


Tal vez la sorpresa más grande fue A Mata Negra (2018, Rodrigo Aragao) la cual se llevo el galardón a la mejor dirección de largometraje iberoamericano, un premio más que merecido por lo ambiciosa y fresca que es esta historia de magia negra situada en la selva brasileña, el bosque negro. A Mata Negra sigue las desventuras de una joven que, luego de la muerte de su padrastro, cruza su camino con un libro de hechicería y un costal de oro malditos. Esos objetos la guiaran por una aventura sórdida para revivir a su amor y escapar de un grupo de religiosos que la consideran una amenaza para su forma de vida, una cacería de brujas medieval en plena selva tropical y construida sobre las creencias local.


Cuando decimos que en A Mata Negra pasa de todo, es literal. Hay muerte, invocaciones, rituales, zombies, espectros, fetos, cristianos dementes, gore y violencia, todo enmarcado en la selva brasileña. Ese contexto funciona como un personaje más: la tierra negra y fértil parece guardar secretos ancestrales, los arboles y las rocas tienen vida y suspiran, el verde profundo lo cubre todo hasta donde alcanza la vista. Como si fuera poco, los últimos 20 minutos de la cinta fueron de los más intensos de todo el festival, el un climax único e inesperado, una locura que esperamos puedan disfrutar pronto.


Discarnate (2018, Mario Sorrenti) fue la última película que vimos en el marco del festival, y fue una grata manera de cerrarlo. La obra de Sorrenti toca temas sobrenaturales con una estética y un estilo muy cercano al terror moderno, pero la utilización de efectos prácticos y una idea bastante fresca la separan de la inmensa mayoría de productos de este tipo. No hay demasiadas vueltas, un grupo de investigadores están experimentando con una droga milenaria que aparentemente abre las puertas de la percepción a otras dimensiones. En paralelo, el coordinador de la investigación busca resolver la desaparición de su hijo, quien fue raptado por una figura extraña que apareció de la nada en medio de la noche. Buenos sustos construidos sin recurrir a jump scares o montajes ruidosos, una historia eficaz y algunas vueltas de tuerca para un género que de a momentos parece estancarse. Más que aprobada.


¿Menciones especiales? Pero claro, muchísimas, en particular Reborn (2018, Julian Richards) una de suspenso sobrenatural con fuertes influencias del cine ochentero, incluyendo en su casting a la genial Barbara Crampton y al siempre ameno Michel Pare. Esta fue la primera película que vimos en el marco del festival, tal vez un tanto fallida, con algunos defectos en cuanto a lo visual, pero entretenida. Otra que vale la pena recordar es Lost in Apocalypse (2018, Sky Wang), una de zombies asiáticos que toma como referencia principal al hit coreano Train to Busan. En todo lo bueno y en todo lo malo, la obra de Wang es un reflejo del cine de muertos vivos modernos: buena cinematografía, buenas actuaciones, pero floja en cuanto a muertes y guion. Mas allá de eso, fue una grata experiencia para ver en la pantalla grande.


Estas son las obras que más nos gustaron a lo largo de estos días, nos perdimos algunas películas clave que teníamos muchas ganas de ver, como Punto Muerto de Daniel de la Vega o El Silbon de Gisberg Bermudez Molero, ambas premiadas y con afecto del público. Incluso no tuvimos oportunidad de ver Tetsudon 4, una antología de kaijus que pintaba de los mas bizarro. Pero si algo da revancha, es el cine, y aunque haya concluido apenas hace unos días, ya esperamos con ansias la edición número 20 del Buenos Aires Rojo Sangre. Lo impórtate siempre es darle espacio a las producciones marginales, a las ficciones que de alguna manera escapan al circuito mainstream y buscan una identidad diferente. El cine que no se ve en todos lados. 


Comentarios