[Estrenos 1980] 'The Exterminator' de James Glickenhaus



The Exterminator es un bicho raro del cine norteamericano, si nos guiamos por su poster -- un tipo encuerado armado con un lanza llamas -- podríamos cometer el error de pensar que se trata de un slasher o alguna gema exploitation. La película de James Glickenhaus tiene en su ADN ese componente cutre y extremo del exploitation, pero toma sus influencias principales de los dos films de vengadores anónimos más influyentes de los 70s: Death Wish (1974) de Michael Winner y Taxi Driver (1976) de Scorsese. Historias de tipos comunes, llenos de resentimiento, que toman la justicia en sus manos. Ambas lo hacen de manera diferente, mientras Paul Kersey es un héroe semi fascista legitimado por el asesinato de su esposa, Travis Bickle es un reaccionario que encuentra en el vigilantismo una oportunidad para transformar su frustración y soledad en algo tangible. Hay algo que une a las tres películas geográficamente, la ciudad de Nueva York, una nido de ratas gigantesco que se cae a pedazos entre pandillas, policías corruptos y crisis económica.

La película comienza con un flashback de Vietnam donde se nos presenta a los protagonistas John y Michael, para esta recreación gastaron un cuarto del presupuesto de la película, incluyendo veinticinco mil dólares en una decapitación muy violenta de un soldado norteamericano en la que se utilizo un cuerpo animado y varios modelos. El enemigo vietnamita es representado como la barbarie que habita en las sombras de la selva, el horror de esa primer secuencia volverá en forma de flashes llevando adelante uno de los conceptos más explorados en el cine de los 70s: la derrota yanqui traslado la guerra de la selva a las ciudades. 

Devuelta a 1980, los protagonistas son buenos amigos y compañeros de trabajo. Una tarde volviendo a su casa una pandilla deja parapléjico a Michael tras golpearlo y cortarlo con un gancho para carne, en un arresto de furia John decide cargar contra toda la inmundicia que habita en las calles utilizando sus conocimientos militares. Comienza con los pandilleros que mataron a su amigo pero sigue con pedófilos y hasta mafiosos de alto rango, una de las secuencias mas famosas implica un empresario de la carne y una picadora gigante que lo reduce a una pila asquerosa de picadillo. La cruzada de John llega a las noticias y es llamado El Exterminador, la policía y el FBI quieren detenerlo a como de lugar temiendo que sea una operación terrorista. 

Pensando otra vez en las influencias conflictivas de The Exterminator, esas cuestiones se ven reflejadas directamente en los valores de producción y la manera en que Glickenhaus representa a la ciudad de Nueva York y su vengador anónimo. La fotografía y la dirección tienen momentos bastante primitivos pero de alguna manera eso aporta a el aura callejera y visceral de la película, la violencia no llega a ser gore pero es muy bombástica con cuerpos volando y balas explotando barrigas. En cada encuentro entre el vengador y los pandilleros se suceden flashes de la primer secuencia, Glickenhaus quería tender un puente entre los tiroteos urbanos y la violencia que trajeron los hombres de la guerra de Vietnam, no estoy seguro que su tesis este bien narrada pero le sienta bastante bien al tono general.

Ese ida y vuelta entre seriedad y explotación a veces le juega en contra y no termina de explotar la cantidad de elementos interesantes que va construyendo, ese bendito lanzallamas no es utilizado la cantidad de veces necesarias, con mas cadáveres incinerados podríamos estar hablando de un clásico underground. James Glickenhaus siguio con una carrera semi exitosa en la acción de bajo presupuesto y The Exterminator se ganó cierto estatus de culto entre proyecciones de medianoche. Como si fuera poco el mismísimo Kurt Russell afirmó que fue una de sus referencias al construir al legendario Snake Plissken. Este estreno de 1980 es un noble hermano menor del cine de vengadores anónimos de los 70s con suficiente encanto como para que pasemos por alto sus defectos. 



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